EL ESPEJO

Commentary by Richard Lang
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“Pero si me veo la cara en el espejo…”.

El espejo muestra tu aspecto exterior –tu apariencia.

La situación, y la distancia a la que se encuentre el espejo, determina cuál de tus apariencias se ve reflejada en él.


A la altura del brazo, contiene tu cara. Así es como te ven los demás desde esta distancia. (Para los demás, tus rasgos aparecen como si de una foto se tratase: de izquierda a derecha, o al revés de cómo te ves en el espejo.)

 

 

 

 






Al acercar el espejo, verás que la imagen cambia. De nuevo, esta imagen es similar a cómo te vería otra persona a esta misma distancia.

 





Acércalo aún más y sólo verás imágenes borrosas. Éste es el límite interior del espejo. Si alguien te estuviera viendo a esta distancia, también lo vería todo borroso.

El espejo es un invento maravilloso para conocer el aspecto que tienes a varias distancias; asimismo confirma que tu apariencia varía en función de la distancia.




Cuando te sitúas frente a un espejo grande, y a cierta distancia, puedes contemplar tu cuerpo entero. Los demás también pueden ver tu cuerpo entero- desde los pies hasta la coronilla-cuando te contemplan desde esa misma distancia. Tu cuerpo al completo sólo se manifiesta a esta distancia.

 

 

 

 









Fíjate como tú cuerpo -tal y cómo lo ves en el espejo- tiene la cabeza en la parte superior y los pies en la inferior. Mientras tanto, tu cuerpo verdadero, el que ves cuando miras hacia abajo, no tiene cabeza y aparece al revés. (Y tu lado izquierdo es el lado derecho de la persona que aparece en el espejo).

 

 

 

 
Imagina que estás mirando a un espejo gigantesco flotando en el cielo, y que éste se va alejando de ti. Primero verías tu apariencia humana contrayéndose hasta convertirse en un punto; más adelante, se vería reemplaza por el entorno local: casas, carreteras, campos… y, a mayor distancia, por tu país o tu continente. Así es como te vería un observador si te estuviera mirando desde un avión o una nave espacial. Cuando el espejo está muy cerca, puedes ver tu rostro individual, mientras que cuando está más lejos, ves tu rostro urbano y tu rostro nacional. Hay veces en las que nos identificamos plenamente con nuestro vecindario, nuestra ciudad o nuestro país…







Ahora imagínate un espejo montado sobre la luna. ¿Qué contendría? La belleza de la Tierra. Cuando sostienes un espejo con los brazos, ves tu rostro humano. Si pudieras ver este espejo montado sobre la luna, verías tu rostro planetario. La verdad es que necesitamos ambos rostros, ambos cuerpos. ¿Cómo serías capaz de respirar sin tus pulmones o sin tu atmósfera? Tu vida depende de ambas capas.


¿Qué verías en tu espejo si pudieras alejarlo aún más? Primero verías tu cuerpo solar y después tu cuerpo galáctico. Tampoco serías capaz de existir sin ninguno de estos cuerpos.

En nuestra conciencia, y a través de nuestros sueños, encontramos imágenes arquetípicas de todas estas capas. En el fondo sabemos que somos mucho más que nuestro aspecto meramente humano.







En conclusión; el espejo confirma lo que nos dice la ciencia. Tu identidad humana es tan sólo una capa más dentro de un sistema de capas múltiples… ¡como el que encontramos dentro de una cebolla!

Entonces, ¿quién está en el centro de todos estás capas? ¿A quién o qué reflejan todas y cada una de estas apariencias?

El espejo no te puede dar la respuesta, dado que es incapaz de llevarte físicamente hasta el centro de tu ser, a tu origen. La imagen más cercana que puedes ver de ti mismo en un espejo es una imagen borrosa. Es cierto que un científico podría acercarse aún más, para revelar que esta borrosidad aparente está compuesta de células, moléculas, átomos y partículas pero -independientemente de cuánto podría acercarse- estas imágenes siguen estando separadas de tu ser verdadero.

Tus apariencias están al alcance de otros y, gracias al espejo, también de ti mismo. Pero, ¿cómo puedes descubrir quién eres, en el centro de todas estas apariencias, y a ninguna distancia?
Tienes que verlo por ti mismo, es así de sencillo.

Ver por ti mismo.


Cuando te miras al espejo, ves tu rostro sobre la superficie del mismo.

Pero, ¿Qué ves cuando miras desde tu lado hacia el espejo? ¿Una segunda cara, o un espacio?

No veo ninguna cara enfrentada a la cara que veo en el espejo. Aquí soy espacio para la apariencia que hay ahí. Soy capacidad para mi rostro en el espejo.

Ahí, detrás del cristal, reside mi apariencia humana. Aquí, a este lado del cristal, veo mi apariencia divina. Soy ambos. Tengo ese rostro y soy esa realidad. Mi rostro ahí es una de las muchas apariencias del Ser que soy aquí.

¿Estás de acuerdo? ¿Dónde está tu rostro? ¿Ahí o aquí?






Prueba lo siguiente: Apunta con el dedo hacia ti mismo mientras te miras en el espejo.

La persona que ves en el espejo se está apuntado a la cara.

Pero, ¿a qué está apuntando tu dedo desde este lado del espejo?

¿A un rostro, o al espacio?





¿Cómo puede repercutir esto en tu vida?

Sosiego.Cuando ves tu Naturaleza Verdadera, verás que tu apariencia está ahí afuera, en el espejo y en los demás. Le das validez al hecho de que aquí, en el centro, no existe. Tu humanidad es periférica. ¡Qué tranquilidad! Aquí, en el centro, no hay nada que mantener, nada por lo que preocuparse, ajustar, cambiar o curar, nada de lo que librarse, enorgullecerse o criticar… Te puedes relajar y volver a entrar en este espacio tan libre y saludable –la decisión es tuya. Aquí, en tu centro, todo va bien, ¡nunca has estado mejor!

Tu identidad humana.

En el centro, eres un ser divino. Tu apariencia, según la distancia desde la que se te observe, es la de un ser humano. Ver Quién eres de verdad no significa que pierdas contacto con tu aspecto exterior ni tampoco supone que dejes de tener conciencia de ti mismo. Eso sería imposible, además de indeseable. Seguirás respondiendo a tu nombre, te reconocerás perfectamente en el espejo y continuarás siendo responsable por todas tus acciones; todo esto es evidente. Pero también te darás cuenta de que tu humanidad es como un “disfraz”, un encarnación adoptada por ti para estar aquí, en este mundo. Por dentro eres Dios, por fuera eres una persona, una persona tan especial como única. Pero en vez de pensar que eres solamente esa persona, esa apariencia, eres consciente de que también eres el poder, la seguridad y la fuente de inspiración que hay dentro de ti. Eres la conciencia que guía tus pasos dentro del mundo humano. Esto te permite ser y vivir plenamente como ti mismo.

Amor Incondicional

Este poder en tu interior, esta seguridad que reside en tu corazón más profundo, supone un amor incondicional. Este espacio sin cabeza, al ser nada, no tiene medios para negarse o rechazar a nada o a nadie. Estás totalmente abierto, tanto para tu propia vida, como la vida de los demás.

Descubrir Quién eres Realmente supone un reto muy significante. Implica un cambio radical en la manera en la que nos vemos a nosotros mismos y a los demás. Al vivir desde esta perspectiva observaremos cambios profundos en nuestras relaciones personales y en el trato que tenemos con nosotros mismos. Préstale atención a la Verdad incondicional y comprobarás por ti mismo las maneras en las que este amor ilimitado te afecta personalmente.

Douglas Harding:

Uno de los instrumentos que mejor indican que Dios está más cerca de mí que “Douglas” es el espejo, dado que éste se deshace de esa obstrucción llamada Douglas, para dejarle paso a Dios. El espejo es un maestro maravilloso, maravillosísimo, y mucho más valioso que cualquier escritura. Face to No-Face, Douglas Harding.

El espejo confirma la amplitud y la apertura del espacio que hay aquí, dónde estoy. El mismo objeto que me impuso un rostro hace ya tantos años, también me ha librado de él. ¡Ahora miro al cristal para ver el aspecto que no tengo! Douglas Harding.
He dedicado m vida a compartir lo siguiente con todo el que quiera oírlo: deja de identificarte con el ser que aparece en el espejo, un ser, sin duda, importantísimo, pero que se encuentra ahí. Vuelve de ahí para volver aquí, a tu Origen, el lugar donde siempre has estado. Entrevista en vídeo con Douglas Harding.

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CitasComentarios sobre este experimento.

Citas

Su forma ha fallecido, se ha convertido en un espejo. Ahí no queda nada salvo la imagen del rostro de otro. Rumi.

Todos nosotros reflejamos como en un espejo la gloria del Señor. San Pablo

Sólo, sin forma ni cara,
sin suelo ni muleta, uno sigue.
Para amar Aquello, más allá de toda criatura
a lo que se llega por feliz destino. San Juan de la Cruz.

Como belleza no soy una estrella,
pues las hay más hermosas.
Pero mi rostro, me da igual,
dado que me encuentro tras él.
Aquellos que se interponen por delante, acaban enjarrados. Atribuido a Woodrow Wilson

Una abuela somnolienta
se encuentra a sí misma sobre un espejo anticuado.
Y, claro está, ve una cara
que no se asemeja en absoluto a la suya. Trozan Ryokai

Todos, aun sin conocer la verdadera naturaleza de sus rostros, quieren un espejo. Pero, ¿cuánto permanece el reflejo ante la vista? Habitúate a contemplar el origen de dicho reflejo. Esta mejilla y esta verruga nos remiten a la Fuente de la que brotan. Rumi.

Y nosotros, siempre somos espectadores, en todos los lugares,
mirando a, jamás desde.
¿Quién nos ha dado la vuelta de esta manera? Rilke

Ando buscando el rostro que tenía
antes de que se creará el mundo. Yeats

Al perder y deshacerte de cuerpo y mente, verás claramente tu rostro original Zazen-gi

Ninguno de los 1700 koans del zen tiene otro propósito que no sea el ver nuestro Rostro Original. Daito Kokushi.

Cuando nos deshacemos del pensamiento, reaparece el Rostro Verdadero, Daito Kokushi.

Aquél que sostiene su propio Rostro, su luz más brillante que la luz de cualquier criatura, aunque muera, su visón es eterna, pues suya es la visión del creador, Rumi

Un Brahmán le fue a pedir ayuda al Buda, presentándose con una ofrenda de flores en cada mano. “Suéltalo”, le instruyó el Buda y el Brahmán soltó las flores que llevaba en la mano derecha.
“Suéltalo” repitió el buda y el Brahmán soltó las flores que llevaba en la mano izquierda.
“Suéltalo” repitió el Buda y el Brahmán se quedó sin saber qué hacer.
“Suelta todo lo que hay en ninguna mano… sino en el medio”.
Al escuchar esto el Brahmán se marchó satisfecho.
Cuando veas en el camino una cabeza decapitada… entonces comprenderás nuestro misterio oculto. Rumi.

Estoy libre de cabeza. Rumi.

Jamás has sostenido la cabeza de un hombre; eres una cola. Rumi.

¡Decapítate! Rumi.

Has de elegir o una cosa o la otra: decapitación o exilio… Aquél que me ama, pero ama más a su cabeza, no me ama de verdad. Attar.

Se deshizo en juego de su cabeza, riendo y celebrando. Rumi.

Un monje dijo que tenía la espada preciosa. Ten-t’ou alargó el cuello diciendo: “Entonces, ¡córtame la cabeza!”. El monje le respondió: “¡Ya la tienes cortada!”, y Yen-t’ou empezó a reír a carcajadas. Pero el monje no comprendió el significado de su risa. Expediente azul del acantilado.

La espada preciosa de Vajra está aquí mismo, y su propósito no es sino la decapitación. Tai-hui

Cuando Él decapita una cabeza de un cuerpo, instantáneamente hace crecer mil cabezas para el recién decapitado. Rumi.

Comentarios

Un amigo le dijo a su hija de cuatro años que fuera al lavabo a lavarse la cara. Cuando el amigo entró en el baño, vio que, efectivamente, se estaba lavando la cara... ¡la cara del espejo! En otra ocasión, mi amigo y su hija estaban viendo fotos de la guardería y su hija reconocía todos los rostros menos uno: “¡Nunca he visto a esa niña en el colegio!”. RL. GBR. 

La semana pasada me visitó un amigo. Estaba deprimido y le tenía miedo al futuro. Le di un espejo y le dije que mirará al rostro que aparecía ahí. “¿Quién es ese?” Le pregunté, y me dijo: “Bueno, soy yo, con una cara muy triste”. Entonces le pedí que se concentrara en la mirada con la que veía esa cara. Le pregunte si se podía identificar con esa mirada más que con el rostro del espejo. Me sorprendió gratamente cuando me dijo que sí. Hasta ese día no había mostrado ningún interés por el camino sin cabeza; supongo que así pudo ver las cosas más directamente. Entonces, dando por hecho que la mirada era “él”, le pregunté qué cualidades tenía, y me respondió que no tenía cualidad alguna, ningún rasgo, pero que era, evidentemente, su “núcleo”.

Al recordar esta anécdota, se me ha ocurrido un nuevo experimento y creo que es una manera muy sencilla de darnos cuenta de nuestra ausencia de cabeza. Es lo siguiente:

Fíjate en la cara del espejo. Vamos a averiguar si realmente se trata de ti. Fíjate bien, mira a ver si te reconoces ahí. Se trata de un rostro familiar pero, ¿realmente se trata de ti? Ahora, cierra los ojos… ¿qué ha desparecido y qué permanece? Quién se está dando cuenta de que la cara del espejo ha desaparecido? ¿Con qué “ves” que esa cara ha desparecido? H. Holanda

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